Agarramos un martillo y clavamos un clavo en la madera. Allí está el clavo, bien cómodo. La madera lo rodea por todos lados, lo soporta por todos lados y lo protege. El clavo es prácticamente invulnerable dentro de la madera ya que para llegar al clavo debes atravesar la madera. Está integrado en la madera, forma parte del mismo conjunto, puede durar allí clavado siglos sin ningún cambio. No necesita ningún cambio. Mientras menos movimiento, mejor. Por que cada nuevo movimiento en la estructura puede mermar la integridad del clavo, puede acabar con su comodidad. Lo que quiere nuestro clavo es que lo dejen en paz.

Pero de pronto surge la necesidad de sacar el clavo. Tal vez para cambiarlo por uno nuevo o tal vez por que su función ya es obsoleta. Veamos nuestras opciones para poder sacar el clavo:

Pero de pronto surge la necesidad de sacar el clavo. Tal vez para cambiarlo por uno nuevo o tal vez por que su función ya es obsoleta. Veamos nuestras opciones para poder sacar el clavo:
- Levantar una queja en la instancia pertinente y exigir la sustitución del clavo por uno nuevo.
- Lanzar una iniciativa en el congreso para una nueva ley sobre la sustitución obligatoria de clavos después de cierto periodo de tiempo.
- Organizar una marcha de protesta contra los clavos que se rehúsan a salir.
- Crear una página en Internet a manera de foro donde todos vamos a expresar nuestras intenciones de sacar el clavo.
- Hacer una huelga de hambre.
- Condenar públicamente las corruptas intensiones del clavo de permanecer en la madera.
La única manera de sacar el clavo es agarrar una herramienta y sacarlo por fuerza.