Donde quedaron los mitos

Debido a la facilidad de acceso a la información en nuestro tiempo podemos saber sobre nuestros contemporáneos más cosas. Podemos averiguar con facilidad los detalles de la vida de alguien que nos interesa, tanto "buenos" como "malos" e igualar, por consecuente, a esta persona con nosotros mismos. En otras palabras estamos consientes que esta persona no es tan "santa" como podría presentarse. Esto no lo podemos hacer con las personalidades históricas, como Aristóteles por ejemplo, ya que en ese entonces no tenían por costumbre subir las fotos de su vida cotidiana a Facebook o empezar tu día mandando al mundo un mensaje en Tweeter.

Todo lo que sabemos sobre las personalidades históricas son estos hechos extraordinarios que los ponen en un pedestal de héroes, los convierten en ídolos o los tachan de sabios. Todo esto que leímos en los libros de historia, lo que nos enseñaron nuestros maestros o lo que aprendimos por las películas. Pero todo esto finalmente no es ni mas ni menos que "chismes" que se transmitieron a lo largo de la historia y fueron documentados (en mejor de los casos) por alguien que tenía ganas de hacerlo. ¿Que quiere decir eso? 

Ahora mismo, en nuestra realidad del siglo XXI, nos enfrentamos muy a menudo al "chismografo" de todos los días. Que alguien dijo algo, que otro escucho algo diferente, que éste interpretó según su conveniencia y al fin de cuentas la misma información se te regresa tan retorcida que parece que fue victima de un complot deliberado, cuando en realidad solo es consecuencia de la incompetencia y mediocridad. Y vaya, debemos tomar en cuenta que ahora en nuestro tiempo tenemos más facilidades de corroborar la información que nos llega debido a la facilidad de comunicación. Solo debemos hablar por celular a alguien de confianza y preguntar: ¿Oye, tu que sabes de eso? o prender la tele y ver las noticias para cerciorarse que no hay ningún tsunami en Veracruz y lo que te decían es una mentira, o en dado caso navegar un poco en Internet para enterarnos. Aparentemente en nuestro tiempo no es tan fácil engañarnos. Pero seguimos siendo igual de impresionables que en cualquier otra época. ¿Como era en los primeros siglos de nuestra era? 

Para que un chisme lograra a esparcirse por un estado pasaban semanas, si no meses. Hasta que una caravana de comerciantes llevara la noticia de boca en boca a otra región, pasaba un buen rato. Y hay que tomar en cuenta que cada nuevo "portador" del chisme transmitía la estafeta al siguiente "elegido" agregándole a la historia algo nuevo para hacerla más interesante y quitándole algo que no le parecía pertinente, así la noticia que resultaba al final difería irreconociblemente de la original conservando mas o menos el sentido por el cual se originó. Sin embargo cada nuevo "portador" no tenía la posibilidad alguna de formar su propio criterio sobre algo basándose en una evidencia incorruptible (como podría ser un vídeo de YouTube en nuestra época, porque cualquiera puede contarte sobre este vídeo lo que quiera pero tu al verlo vas a formar tu propia opinión), ellos tenían que "imaginarse" la historia basándose en las palabras de alguien quien ya la "imaginó" antes. Solo imagínese que pantano de trastornos y prejuicios se derramaba cada ves que daban inicio a una nueva "historia". Y esto solamente en la misma generación, la generación que vivió al mismo tiempo con el autor de los hechos, las siguientes generaciones que van pasando la leyenda de boca en boca estarán transformándola cada ves más hasta que alguien decide plasmarla en un papiros o en una piedra y solo en este estado la historia deja de sufrir "adaptaciones". Así llegaron hasta nosotros los mitos de antigua Grecia y otros relatos semejantes. 

Sabiendo todo esto ¿que podemos pensar sobre la diferencia entre el mito de Hércules y la historia de Arquímedes? Bueno lo primero que se nos ocurre es decir que contamos con la evidencia de que existió una persona llamada Arquímedes y no tenemos la misma evidencia fidedigna de que existió Hércules. Eso coloca a Hércules en la misma repisa con el Hada de los Dientes, Papá Noel, Moby-Dick, Anubis, Freddy Krueger, Shrek y otros personajes productos de nuestra imaginación. Respecto a las evidencias sobre existencia de Arquímedes podemos aplicar la duda razonable sobre la veracidad de los hechos. Las únicas evidencias que podríamos aceptar como "pasables" son las que fueron producidas por la gente que vivió al mismo tiempo con el mismo Arquímedes, porque podemos suponer que lo conocían y plasmaron las opiniones de "primera mano", más no podemos estar seguros de que tipo de transformaciones pudieron haber sufrido las evidencias producidas por las generaciones posteriores a la época de Arquímedes y que tipo de intereses personales fueron el motivo de la creación de estas evidencias. Cualquiera que sea el término que usemos, (­historia, mito, leyenda o hecho), no se ha aportado nada nuevo en plano de investigación respecto a la veracidad de los sucesos en cuestión, colocando una brecha de siglos entre nosotros y "ellos". 

Ahora nos agasajamos con sus historias, nos reímos de sus chistes o nos espantamos con sus acciones sabiendo en cada momento que si queremos una dosis de realidad deberemos cambiar el canal a Milenio Noticias o a CNN. Sabemos perfectamente que no es necesario explicar a nuestro hijo de 5 años que no existe el Hada de los Dientes, que Moby-Dick era un Leviatan y que Papa Noel no es hermano de Santa Claus. Lo que no sabemos es ¿por que las personas que se dicen católicos  decidieron ser "conducidos" por una casta cuyas dogmas están escritos en un libro que llegó hasta nosotros de la misma manera que los mitos de antigua Grecia?