Orgullosamente hipócrita

Creciendo en la sociedad se nos inculcan los valores metafóricos y los valores reales. Desde las grandes pantallas nos bombardean con mensajes de "como se supone que debemos ser" y la calle nos enseña "como somos en realidad". Si quieres hacer las cosas como se deben, deberías de presentarte ante "las autoridades" y levantar un acta. Pero cuando vas al MP a parte de ti hay otros 3000 y a las personas que trabajan allí no les pagan por cantidad de asuntos que procesan. Les conviene procesar menos para esforzarse menos y seguir recibiendo lo mismo. Nadie te sabe responder cuándo vas a recibir las noticias sobre tu asunto. A nadie le importa. No hay ningún interés personal en resolver ningún asunto. 

Para cualquier ciudadano esto se llama perdida de tiempo. Ah, pero te educaron que siempre hay dos facetas: "como se supone" y "como es". Cada ciudadano sabe que para agilizar el asunto, hay que saber dar lo que hay que dar, en el momento cuando sea el momento y a quien se debe. Es una infraestructura tan eficiente que ninguna iniciativa anti-corrupción pudo mermar su funcionamiento desde la época de su implementación, si mal no recuerdo fue en antigua Roma alrededor de 740 a.C. 



Los funcionarios públicos creen que reciben su salario por asistir al lugar donde laboran, por reposar sus trasero allí. Están convencidos de que resolver los problemas de los ciudadanos no es su problema. Por supuesto que lo podrían hacer si los ciudadanos estimulan adecuadamente su esfuerzo. Hasta hay un tabulador establecido en cada institución. 

¿Recuerdan aquella época cuando en los centros de verificación vehicular el auto no pasaba la verificación si no se realizaba el protocolo del cenicero? Que es lo que no han tratado de hacer para erradicar esta practica. Nada funcionaba. Ya era parte del folclor, una especie de tradición. Todo se basaba en que ningún ciudadano va a escoger perder su tiempo en realizar el tramite engorroso a cambio de solo perder unos 50 pesos. 

¿Somos hipócritas? ¡Por supuesto! Y nuestra hipocresía es la consecuencia directa de la nula eficiencia del aparato que está destinado a organizar nuestras vidas. Nuestra vida contiene problemas y soluciones. Es un balance constante. La solución de un problema solo es posible cuando alguien se hace cargo, o sea se hace responsable. Pero responsable solo puede ser una persona, una institución no puede ser responsable. Mientras más ambigua se hace la cadena de responsabilidades menos eficiente se vuelve el proceso de solución de los problemas. 

Que tal si el delegado de una colonia respondiera ante la gente de su colonia, cara a cara cada mes. Si no presenta soluciones a las necesidades de la colonia, no recibe el salario. Porque la colonia le pagaría su sueldo, la colonia decidiría si se lo merece o no, la colonia aplicaría un castigo allí mismo. 

La policía. ¿Cuántos negocios asaltaron este mes? Se les descuenta un porcentaje del salario. Para que un trabajo se realice te tiene que importar. Todos pagamos impuestos, pero a parte de esto quieren moche y derecho de piso, pero no dan resultados. Nadie rinde cuentas a nadie. 

Es como la "opinión pública". Un individuo puede tener una opinión, la masa de gente no puede tener una opinión, ya que no es capaz de percibir el valor de los argumentos de la misma manera (ver Delirio de convicción colectiva). 

Existe toda una casta de individuos que están ocupando cargos sin el mas mínimo deseo de resolver los problemas de estos cargos. Ellos tienen enormes deseos a percibir los salarios asignados a estos cargos, pero no ejercer los cargos. El trabajo como tal no les interesa, están allí por el salario y los privilegios. El hecho de que ellos lograran a conseguir estos cargos les hace pensar que se lo merecen. Ellos evitan consciente e inconscientemente cualquier esfuerzo, cualquier mejoría y cualquier cambio. Porque los cambios pueden perjudicar la cómoda tradición de recibir lana. A ellos no les convienen los cambios. Los cambios son peligrosos. El trabajo para ellos es un mal que tienen que tolerar para conseguir el dinero.