Una de las mejores maneras de explicar algo es hacer que se experimente. Aquí tenemos la descripción de un experimento denominado El Juego de Brujas.
El profesor en la clase les explica a los alumnos las reglas de juego. "Voy a pasar con cada uno y susurrarles al oído si son una bruja o una persona normal. Su objetivo es formar el grupo mas grande posible y que no contenga ni una bruja. Al final, el grupo que incluya aunque sea una bruja reprobará."
Después de terminar de susurrar a todos el profesor se sentó en su silla a esperar. Los estudiantes comenzaron a interrogarse mutuamente. Formaron a varios grupos, principalmente chicos y exclusivos, rechazando a cualquiera que sospechaban que podría ser una bruja por cualquiera que sea la razón.
Al finalizar el tiempo, el profesor dijo: "Tienen sus grupos y es tiempo de descubrir quienes no pasan esta prueba. Todas las brujas, por favor, levanten la mano."
Nadie levantó la mano.
Los estudiantes creyeron que el profesor se burló de ellos y les arruinó el juego.
¿En serio? — dijo el profesor — ¿Alguien en Salem realmente era una bruja? ¿O todos se dejaban llevar por lo que les convenía creer?
Es un interesante ejemplo de lo fácil que se puede dividir a la comunidad. La sospecha, la culpabilidad, y la división tienen el poder destructivo significativo.