La ciencia detrás de la curva del olvido

Imagina que eres estudiante y tienes un examen importante en dos días. Decides estudiar todo el temario de golpe. Pasas noches enteras repasando y memorizando, pero cuando llega el momento de la prueba, te das cuenta de que no recuerdas gran parte de lo que aprendiste. ¿Te suena familiar? Esto ocurre porque nuestro cerebro no está diseñado para absorber información de forma intensiva y temporal. 


¿Por qué se nos olvida lo que estudiamos?

En el siglo XIX, el psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus revolucionó la forma en que entendemos la memoria. Realizó experimentos donde estudió cuánto tiempo tardamos en olvidar información nueva. Descubrió que, justo después de aprender algo, olvidamos gran parte de la información muy rápido. Por ejemplo, a los 20 minutos solo recordamos el 60%, a las 9 horas queda un 40%, y después de un mes, menos del 20%.

Esta caída rápida en la memoria se representa en una curva conocida como la curva del olvido de Ebbinghaus. Además, Ebbinghaus notó que la información con sentido o en contexto (como un poema) se olvida más lentamente que datos sin sentido (como sílabas aleatorias), aunque la forma de la curva sigue siendo similar.

¿La curva del olvido sigue vigente hoy en día?

Aunque los experimentos de Ebbinghaus tienen más de 100 años, investigaciones modernas han confirmado la validez de sus conclusiones. Estudios recientes han reproducido resultados similares, demostrando que la curva del olvido sigue siendo una herramienta útil para entender cómo funciona nuestra memoria. 

¿Por qué es útil olvidar?

Nuestro cerebro tiene una capacidad limitada para almacenar información. Olvidar sirve para "limpiar" la memoria, eliminando datos que no son importantes y permitiendo que el cerebro funcione mejor. Sin embargo, a veces olvidamos cosas importantes que queremos retener, como lo aprendido en clase.

¿Dónde se guarda el conocimiento?

La memoria de trabajo o memoria a corto plazo tiene un espacio limitado y se usa para tareas inmediatas. Por eso, si solo estudiamos de forma intensiva y rápida, es probable que olvidemos pronto. Para que la información se quede guardada por más tiempo, debe pasar a la memoria a largo plazo, donde se almacenan los conocimientos duraderos.

¿Cómo podemos recordar mejor?

Ebbinghaus también señaló algunos factores que ayudan a mejorar la memoria y evitar el olvido rápido. Aquí tienes estrategias probadas para retener la información:

  1. Haz que la información tenga sentido. Organiza el material de forma clara y lógica. Relaciona lo nuevo con lo que ya conoces usando ejemplos cotidianos o culturales. Esto facilita la comprensión y el recuerdo.
  2. Repite la información en intervalos adecuados. La repetición es clave para combatir el olvido. Lo ideal es repasar lo aprendido poco después de haberlo estudiado (por ejemplo, a los 20 minutos), luego después de una hora, tres horas, un día, varios días y así sucesivamente. Esta técnica se llama repetición espaciada y ayuda a consolidar la memoria.
  3. Realiza ejercicios adicionales o “sobreaprendizaje”. Practicar más allá del dominio inicial de un tema o habilidad fortalece el recuerdo. Por ejemplo, seguir practicando después de haber aprendido un concepto o habilidad ayuda a fijarlo mejor, especialmente en áreas que requieren pensamiento complejo o habilidades motoras.

Entonces…

Olvidar es parte natural del funcionamiento de nuestro cerebro, pero podemos tomar medidas para retener mejor la información. Utilizar técnicas como la repetición espaciada y relacionar los nuevos conocimientos con lo que ya sabemos nos ayuda a consolidar la memoria a largo plazo.

¿Listo para mejorar tu memoria? Empieza hoy mismo a aplicar estas estrategias y verás cómo tu aprendizaje se vuelve más efectivo y duradero.