¿Sabías que casi el 80% de los estudiantes se sienten desmotivados en algún momento de su trayectoria educativa? La motivación es, sin duda, un factor clave en la formación. ¿Cómo interesar a los alumnos, cómo retenerlos y cómo llevarlos a concretar su aprendizaje?
En el ámbito educativo hay una frase:
No hay que llevar a las personas a la formación, hay que llevar la formación a las personas
Leyéndola, se podría pensar que se trata de llevar la formación a domicilio, de hacer que todo esté al alcance, que sea cómodo y esté a un clic de distancia. En realidad, no es así.
Para acercar el aprendizaje a la gente, hay que hacer que tenga sentido para ellos. Lo que tratamos de enseñar a una persona debe cubrir sus necesidades de resolver problemas actuales.
Cuando veo en un curso la posible respuesta a mis inquietudes, siento una fuerte motivación para participar. Cuanto más cercano está el contenido a mis problemas reales, más grande es mi deseo de involucrarme.
Una vez que nace este “deseo de involucrarse”, la persona encuentra el tiempo y los recursos necesarios para lograrlo. Es aquí donde la motivación se convierte en el motor del aprendizaje.
En última instancia, tanto educadores como estudiantes deben preguntarse: ¿Cómo podemos hacer que el aprendizaje sea significativo y relevante? La respuesta puede ser la clave para desbloquear todo el potencial.
La motivación no solo impulsa el deseo de aprender; también fomenta la persistencia y la resiliencia ante los desafíos. Al crear experiencias educativas que resuenen con los intereses y aspiraciones individuales, cultivamos un ambiente donde el aprendizaje no solo es una obligación, sino una pasión.
Además, es importante reconocer que la motivación puede ser intrínseca o extrínseca. La motivación intrínseca proviene del interés genuino por aprender y del placer que se obtiene al adquirir nuevos conocimientos. Por otro lado, la motivación extrínseca puede surgir del deseo de obtener recompensas externas, como calificaciones o reconocimiento. Ambos tipos son válidos y pueden coexistir en diferentes contextos educativos.
En conclusión, al centrarnos en la relevancia del contenido y su conexión con el contexto de las vidas reales, podemos transformar la experiencia educativa en algo verdaderamente enriquecedor. La educación no tiene límites; ya sea en entornos formales o informales, presenciales o virtuales, todos los formatos la pueden hacer emocionante y significativa.
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